Desde principios de la ciudad, allí por el siglo X AEC, que Jerusalén está amurallada como gran parte de las ciudades en la antigüedad. Estas altas paredes tienen por objetivo proteger a los habitantes a los cuales rodea, pero también debe darles entrada y salida.
Las actuales murallas de la Ciudad Vieja de Jerusalén, construidas a principios del siglo XVI por el sultán otomano Solimán el Magnífico, tienen ocho puertas. Todas menos una, la Puerta Dorada, todavía sirven a los habitantes de Jerusalén y a sus visitantes a acceder a los mercados y sitios sagrados e históricos.