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Poesía hebrea ancestral

cantar de los cantares

Jorge Luis Borges ha señalado en varias ocasiones la gran importancia que tienen los textos bíblicos para occidente pues lo que podemos definir como la cultura occidental es consecuencia y destilo de la filosofía griega, del derecho romano y herencia de la tradición judeo-cristiana. La poesía hebrea pertenece a esta herencia. Una poesía antiquísima que mezcla profecía con sabiduría, liturgia con didáctica y religión con erotismo. Todo eso es la poesía hebrea.

Hablaremos en este artículo de la poesía hebrea bíblica, de esa que se escribió hace más de 2000 años atrás y que leemos hoy, con ojos modernos. A diferencia del Nuevo Testamento, la Biblia Hebrea contiene una sección de libros dedicados exclusivamente a la poesía. Pero también encontramos poesía en los libros de los profetas –quienes combinan con frecuencia la prosa y el verso, la retórica y el arte dramático.

La poesía hebrea es antigua, y como tal es necesario entender su concepción religiosa del mundo, que podríamos llamar sagrada y mítica. Un mundo encantado, poblado de dioses y demonios, de fuerzas espirituales y, sobre todo, de la fe en el Dios de los hebreos que irá tomando diferentes formas literarias a lo largo de la colección de escritos.

Es importante recalcar que La Biblia hebrea, el Tanaj, es el conjunto de los veinticuatro libros sagrados canónicos en el judaísmo divididos en tres grandes partes: la Torá (Ley), los Nevi’im (Profetas) y los Ketuvim (Escritos). Estudios académicos hechos sobre estos libros revelan su datación entre el siglo VIII AEC y el siglo I de nuestra era. Por esto y en vistas a las grandes y variadas temáticas abordadas en estos escritos es que podemos observar diferentes géneros en esta poesía hebrea:

Poesía litúrgica

Utilizada en las fiestas de Israel, en las peregrinaciones y camino al templo:

Oración por la paz de Jerusalén
Cántico gradual. De David.

122 Yo me alegro con los que me dicen:
«Vamos a la casa del Señor.»
2 Ya nuestros pies se dan prisa;
¡ya estamos, Jerusalén, ante tus puertas!
3 La ciudad de Jerusalén fue construida
como centro de reunión de la comunidad.
4 Todas las tribus del Señor llegan a ella,
cumpliendo con la orden dada a Israel
de alabar allí el nombre del Señor.
5 Allí se encuentran los tribunales de justicia;
allí está el trono de la casa de David.
6 Pidamos por la paz de Jerusalén,
y porque prosperen los que te aman.
7 Que haya paz dentro de tus murallas,
y se respire tranquilidad en tus palacios.
8 Por mis hermanos y mis compañeros,
ruego a Dios que haya paz en ti.
9 Por el templo del Señor nuestro Dios,
pido a Dios que te dé bienestar.
                                                              (Salmo 122,1-9)

Poesía profética

El grito desgarrador de hombres poseídos por lo divino que ven en la realidad presente una contradicción constante con los deseos de justicia:

Alejen de mí la multitud de sus cantos.
No quiero escuchar las melodías de sus liras.
Prefiero que fluya la justicia como un río,
y que el derecho mane como un impetuoso arroyo.
                                                              (Amós 5,23-24)

Poesía didáctica

Busca enseñar a Israel el sendero de sus tradiciones. Su temática principal es la sabiduría, personificada en una amante sensata:

La sabiduría clama en las calles,
y deja oír su voz por las plazas.
Clama en los principales puntos de encuentro;
a la entrada de la ciudad expone sus razones:

Ustedes, muchachos inexpertos y burlones,
¿hasta cuándo seguirán amando la simpleza?
¿Hasta cuándo seguirán burlándose de todo?
¿Hasta cuando aborrecerán el conocimiento?
                                                            (Proverbios 1,20-22)

Poesía sapiencial

Se pregunta por el sentido de la vida, muchas veces sin respuestas sensatas. Ofrece textos que, sorprendentemente, se apartan de toda dogmática religiosa:

Ciertamente, los que viven saben que un día morirán; pero los muertos nada saben ni nada esperan, porque su memoria queda en el olvido. También mueren con ellos sus amores, sus odios y sus envidias, y jamás vuelven a participar en nada de lo que se hace bajo el sol.
¡Vamos, disfruta de tu pan con alegría, y bebe tu vino con un corazón feliz, porque tus obras son del agrado de Dios!
¡Que sean siempre blancos tus vestidos! ¡Que nunca te falte perfume en la cabeza!
¡Goza de la vida con tu amada, todos los días de la vana vida que se te ha concedido bajo el sol! ¡Ésa es tu parte en esta vida! ¡Eso es lo que te ha tocado de todos tus afanes bajo el sol!
Todo lo que te venga a la mano hacer, hazlo según tus fuerzas. En el sepulcro, que es a dónde vas, no hay obras ni proyectos, ni conocimiento ni sabiduría.
                                                           (Eclesiastés 9,5-10)

Poesía erótica

El canto a la sacralidad del cuerpo. La celebración de las pasiones humanas, más allá incluso de los nombres con que se intenta controlar la belleza del encuentro:

El tormento de la separación
Yo dormía, pero mi corazón velaba,
y pude escuchar la voz de mi amado:
“Hermana y amiga mía;
mi palomita inmaculada,
¡déjame entrar!
Tengo la cabeza empapada de rocío;
¡escurre por mi pelo la lluvia de la noche!”

“¡pero ya me he desnudado!
¿Cómo he de volver a vestirme?
¡Ya me he lavado los pies!
¿Cómo he de volver a ensuciarlos?”

Se conmovieron mis entrañas
cuando mi amado introdujo la mano
por la apertura del cerrojo.
Me levanté para abrirle a mi amado.
Por mis manos y mis dedos
corrían las gotas de mirra
hasta caer sobre la aldaba.
Le abrí a mi amado,
pero él se había marchado ya.
Con el alma salí en pos de su voz.
¡Lo busqué, y no lo encontré!
¡Lo llamé, y no me respondió!
                                                         (Cantares 5,2-6)

Poesía real

Muchos textos fueron compuestos en la corte para cantar a los reyes y engrandecer sus gestas. Aparecen salmos de entronización y bodas reales, de celebraciones y batallas:

Esplendorosa se ve la princesa en su alcoba!
¡Sus vestidos son de brocado de oro!
Así ataviada se presenta ante el rey,
seguida por su séquito de doncellas,
traídas de lejos para hacerle compañía;
entre jubilosas voces de alegría
serán conducidas al palacio real.
                                                       (Salmo 45,13-15)

El paralelismo

La poesía hebrea no tiene rima, pero sí ritmo. Esta es su característica principal. Además de la forma, también está el contenido, muy diferente al de las leyes israelitas y la historia hebrea.

En cuanto a forma, el paralelismo es la característica principal de la poesía hebrea. Este consiste en elaborar sentencias que se repiten mediante imágenes distintas. Ocurre cuando dos líneas poéticas son semejantes, ya sea de forma gramatical o semántica.

El paralelismo sinonímico

En el que el sentido de los dos versos seguidos paralelos es prácticamente idéntico:

«El que mora en los cielos se reirá;
El Señor se burlará de ellos»
                                                          (Salmos 2.4)
Soy la burla de ellos,
al verme menean la cabeza
                                                         (Salmos 109,25)

El paralelismo antitético

Ocurre cuando entre dos líneas hay un contraste u oposición de ideas. A veces se repite en forma negativa el pensamiento del primero:

Quien cierra los ojos trae sufrimientos,
quien reprende abiertamente trae remedio.
                                                            (Proverbios 10,10)

El paralelismo sintético o progresivo

Aparece cuando la segunda línea completa el pensamiento de la primera, extendiéndolo o explicándolo más:

Te necesito, pues estoy muy afligido;
mi corazón tiene profundas heridas.
Siento que me muero, como muere el día;
soy sacudido como una langosta.
Las rodillas se me doblan por causa del ayuno,
estoy tan débil que mi cuerpo desfallece.
                                                          (Salmo 109,22-24)

Como sucede también en la tragedia griega, algunos poemas hebreos tienen estribillos, muchas veces cantados por un coro, que se repiten de tanto en tanto en el poema. Esto da énfasis a lo que se quiere decir. El libro Cantar de los cantares tiene un estribillo que es frecuente:

Doncellas de Jerusalén, yo les ruego,
por los corzos y por las ciervas del campo,
que no despierten a mi amada,
¡que no interrumpan su sueño,
mientras ella se complazca en dormir!
                                            (Cantares 2:7; 3:5; 5:8; 8:4)

Varios poemas están compuestos en forma de acróstico, siguiendo al alfabeto hebreo. Las líneas se ordenan conforme a la letra Alef, luego Bet, y así sucesivamente hasta completar las 22 letras del alfabeto hebreo. Como sucede en el caso del Salmo 111:

Dios cuida de su pueblo

Aleluya.
111 Alabaré al Señor de todo corazón,
en compañía de la comunidad de los fieles.
2 Las obras del Señor son grandes;
todos los que las desean, las buscan.
3 La creación del Señor es hermosa,
y su justicia permanece para siempre.
4 El Señor es bondadoso y compasivo,
y todo lo que hace merece recordarse.
5 El Señor alimenta a quienes lo honran,
y nunca se olvida de su pacto.
6 Reveló a su pueblo su gran poder,
y le dio en propiedad las tierras de otras naciones.
7 Todo lo que él hace es justo y verdadero;
sus mandamientos son dignos de confianza.
8 Se mantendrán firmes para siempre,
porque los hizo con verdad y rectitud.
9 El Señor rescató a su pueblo,
y estableció su pacto para siempre.
El nombre del Señor es santo y temible.
10 El principio de la sabiduría es el temor al Señor.
Quienes practican esto adquieren entendimiento
y alaban al Señor toda su vida.

תהילים פרק קיא

א הַ֥לְלוּיָ֨הּ
אוֹדֶ֣ה יְ֭הוָה
בְּכָל-לֵבָ֑ב בְּס֖וֹד יְשָׁרִ֣ים וְעֵדָֽה:
ב גְּ֭דֹלִים מַעֲשֵׂ֣י יְהוָ֑ה
דְּ֝רוּשִׁ֗ים לְכָל-חֶפְצֵיהֶֽם:
ג הוֹד-וְהָדָ֥ר פָּֽעֳל֑וֹ
וְ֝צִדְקָת֗וֹ עֹמֶ֥דֶת לָעַֽד:
ד זֵ֣כֶר עָ֭שָׂה לְנִפְלְאֹתָ֑יו
חַנּ֖וּן וְרַח֣וּם יְהוָֽה:
ה טֶ֭רֶף נָתַ֣ן לִֽירֵאָ֑יו
יִזְכֹּ֖ר לְעוֹלָ֣ם בְּרִיתֽוֹ:
ו כֹּ֣חַ מַ֭עֲשָׂיו הִגִּ֣יד לְעַמּ֑וֹ לָתֵ֥ת
לָ֝הֶ֗ם נַחֲלַ֥ת גּוֹיִֽם:
ז מַעֲשֵׂ֣י יָ֭דָיו אֱמֶ֣ת וּמִשְׁפָּ֑ט
נֶ֝אֱמָנִ֗ים כָּל-פִּקּוּדָֽיו:
ח סְמוּכִ֣ים לָעַ֣ד לְעוֹלָ֑ם
עֲ֝שׂוּיִ֗ם בֶּאֱמֶ֥ת וְיָשָֽׁר:
ט פְּד֤וּת | שָׁ֘לַ֤ח לְעַמּ֗וֹ
צִוָּֽה-לְעוֹלָ֥ם בְּרִית֑וֹ
קָד֖וֹשׁ וְנוֹרָ֣א שְׁמֽוֹ:
י רֵ֘אשִׁ֤ית חָכְמָ֨ה | יִרְאַ֬ת יְהוָ֗ה
שֵׂ֣כֶל ט֖וֹב לְכָל-עֹשֵׂיהֶ֑ם
תְּ֝הִלָּת֗וֹ עֹמֶ֥דֶת לָעַֽד:

La poesía hebrea es dialógica. A diferencia del mundo moderno –especialmente a partir del romanticismo-, el poeta hebreo antiguo no es un solitario sentado en una montaña escribiendo acerca de su propia soledad y su vacío –aunque también hay solitarios de esos-. El poeta hebreo festeja en comunidad, escribe para la corte, tiene oyentes, y estos oyentes algunas veces participan de forma activa en los poemas.

Sobra decir, de la presencia de metáforas, símiles, tropos y demás figuras de la poesía. Estas pretenden brindar una atmósfera. De allí que haya poemas inmersos en una atmósfera mítica, como el Salmo 29; y otros donde las imágenes metafóricas destacan el realismo de un hombre que sufre a causa de la enfermedad, de la relación de un pueblo con sus enemigos, del amor hacia la amada o de la fe a Dios.

Pero detrás de la poesía hebrea no solamente hay estructuras retóricas o construcciones literarias. Hay un mundo. La vida de una familia que se relataba su historia al calor de una hoguera, el grito solitario de un profeta ante un pueblo arrodillado ante otros imperios, la música de la corte, con sus intrigas y excesos, y el amor en el campo.

La Biblia hebrea está llena de versos y prosas que nos cuentan desde la historia, que no somos tan distintos de aquella mujer o aquel hombre que en un momento de inspiración escribió en hebreo antiguo lo que hoy yo, podría estar escribiendo aquí, frente a mi computadora.

Recopilación: Juan Esteban Londoño – Redacción: Ignacio Grinstein

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