
Hoy al atardecer y mañana (en Jerusalén el domingo) en todo el mundo judío se festeja PURIM (del vocablo acadio Pur: destino, una especie de dado gigante con el cual se echaban las suertes en la antigüedad) que rememora lo relatado en el libro bíblico de los hagiógrafos llamado Meguilat (rollo de) Ester.
En el mismo una novela histórica según la cual en el siglo 5 antes de la Era Común, época en la cual en el mundo gobernaba el imperio Persa bajo el reinado de Hajashverosh (al parecer Artajxerxes II) desde la India hasta Etiopía hubo un complot judeofóbico y antisemita en el cual Hamán el primer ministro persa de origen amalecita planificó la total exterminación del pueblo judío para el día 13 del mes hebreo de Adar.
Gracias a las artimañas de Mordejay (Mardoqueo), judío perteneciente a las altas esferas persas y Ester, su hija adoptiva, reina de Persia, el plan fracaso, los judíos se salvaron de ser exterminados y el 13 de adar en lugar de ser masacrados, derrotaron a los antisemitas xenófobos matándolos. A raíz de esto Hamán fue descubierto y colgado junto con sus 10 hijos en la misma horca que él había preparado previamente para colgar a Mordejay el judío. El 14 de Adar el pueblo judío festejó en todo el imperio persa la salvación con banquetes, fiestas y alegría. En la capital persa Shoshan o sea Susan aún mataron antisemitas el 14 y festejaron el triunfo el 15 de Adar.
Desde entonces y hasta hoy hace ya casi 2500 años se festeja Purim siendo la festividad judía más alegre y desbordante.
El día previo a Purim (el 13 de adar) se ayuna (Taanit Esther). En Purim mismo (el 14 de Adar y en las ciudades rodeadas por murallas como Jerusalén el 15 de Adar = Shoshan Purim) es mitzvah embriagarse hasta no discernir entre el maldito Hamán y el bendito Mordejay. Asimismo se lee dos veces la Meguilat Esther (una en Erev Purim y la otra en la mañana de la fiesta). Otras mitzvoth importantes son el Mishloaj Manot (el envío de viandas con dulces y golosinas a parientes y amigos) y los Matanot Laebionim (envío de presentes a los pobres y necesitados).
La comidas de Purim son festivas y muy alegres (por lo menos en la cena de la víspera se come pavo al horno) y se bebe en las mismas grandes cantidades de bebidas alcohólicas. Entre los minhaguim (costumbres) más conocidos está el disfraz, el uso de las matracas en la sinagoga durante la lectura de la Meguilah (haciéndolas sonar cada vez que se menciona el nombre del villano Hamán) y los Oznei Hamán (orejas de Hamán, galleta triangular rellena con dulce).
No hay dudas que las características de ésta festividad no son corrientes e incluso raras ya que si bien en todas las festividades judías se bebe vino, la bebida alcohólica es medida y moderada como la copa de kidush en shabat y en otras efemérides, las 4 copas en Pesaj. Pero en Purim es obligación halájica beber hasta embriagarse hasta no distinguir entre el maldito Hamán y el bendito Mordejay como está escrito en el talmud Babilónico. Es obligación emborracharse hasta no discernir entre el Bien y el Mal. La batahola que se realiza en la Sinagoga en Purim cada vez que se nombra a Hamán no es apropiada a un lugar solemne y ceremonioso.
En las Yeshivot o casa de estudios judaicos religiosos se nombra en Purim a un rabino purímico que es rabino por un día y toda su función es contar chistes embromar y ridiculizar todo lo sacro. En la Torá está prohibido vestirse los hombres como mujeres y viceversa y sin embargo en Purim es costumbre disfrazarse.
Esta costumbre nos recuerda al carnaval pagano.
Dicho de otra manera en Purim los límites de una desbordante alegría son borrados en forma inusitada y peligrosa y por eso es la festividad judía aparentemente más no judía, más pagana que existe basada en un libro bíblico raro y diferente totalmente de los otros 23 libros bíblicos, a tal punto que numerosos investigadores bíblicos modernos argumentan que Ester es una leyenda pagana judaizada y Purim el festival de los dioses del Vino convertido al monoteísmo hebreo.
A mi entender, Purim es la fiesta judía por excelencia y el libro de Ester el más relevante de todos los libros bíblicos para el judío moderno contemporáneo, porque como veremos refleja fielmente la condición judía contemporánea.
La meguila o sea el libro de Ester es raro porque es el único libro bíblico donde D’os no figura y tampoco Eretz Israel. Solamente se menciona que Mordejay es descendiente de los cautivos judíos provenientes de Jerusalén en el cautiverio de Yehohiajim del año 597 AEC. Hay muchos relatos bíblicos acaecidos en el extranjero pero Eretz Israel siempre es mencionada o recordada.
El libro esta pincelado en un ambiente superficial de banquetes, desfiles de moda, intentos de revoluciones feministas que dejan al ridículo a líderes descriptos como borrachos empedernidos, ejecuciones, intrigas y chismerío barato de palacete.
En un principio todos los móviles de los protagonistas son egocéntricos y privados.
De repente en ese ambiente que es más adecuado al programa televisivo Gran Hermano que a un relato bíblico solemne y pomposo se cierne un peligroso nubarrón xenofóbico de destrucción y aniquilación total incluyendo ancianos, mujeres y niños de un pueblo por un irracional odio racial. El pueblo judío se encuentra por primera vez en su historia en peligro de un potencial Holocausto, una Shoa total.
Así de repente mientras se bebe alcohol, se baila, se canta, el gobierno prepara en forma organizada un genocidio. Hay legislaciones, cálculos económicos de ganancia y pérdidas, se cavan las fosas. Se podría decir en forma anacronista que los protagonistas hacen la dolce vita mientras se construyen los campos de exterminio y las cámaras de gas. Es indudable que la lectura de la Meguila antes de la mitad del siglo 20 DEC es muy distinta a la nuestra, 76 años después de Auswichtz. Si antes parecía una novelita imaginaria llena de exageraciones grotescas ahora lamentablemente sabemos que éstas cosas son posibles en la realidad. La llave para entender el misterio de Purim se encuentra entonces en entender esa rara mezcla entre banquetes y tonterías superfluas y la seriedad de la amenaza de exterminio descripta en la Meguilat Ester.
Las figuras de la Meguila llevan nombres paganos formados por una base teofórica politeísta y un verbo contrariamente a los normales nombres bíblicos hebreos monoteístas que tienen la base teofórica del Nombre Inefable Divino YHWH o EL
Como Dani EL o Isra EL o El i YAUH que demuestran cual es la fe de la persona o de sus padres.
Mordejay se llama así a nombre del dios babilónico Marduk y Ester a nombre de Ishtar, la diosa asiria de la guerra conocida en la biblia como Astarte o Ashtoret cuyo signo es una estrella de 5 puntas y por eso en casi todos los idiomas la raíz de su nombre figura en la palabra eSTRella SteRn Star etc. Incluso está escrito que su nombre hebreo era Hadassah. Mordejay es un político persa que busca estar siempre en el portón real del palacio y su única relación con su identidad judía es renegarla.
Mordejay es un cortesano judío asimilado.
Mordejay envía a su hija adoptiva, Ester, a participar en el concurso que se realiza para elegir esposa a Ajashverosh (Asuero) el rey persa sin importarle que una doncella judía de buena casa se acueste con un monarca gentil que por ahí no la elige y quede encerrada en el harén del rey de por vida y sin importarle que la comida en el palacio sea kosher o no lo sea. Mordejay la educó a ocultar sus orígenes judíos. Un judío así no tendría inconveniente alguno en postrarse y arrodillarse a Hamán así como este exige por ley a todos los súbditos del imperio.
Mordejay se niega no por razones religiosas sino por razones de rivalidad política ya que Hamán le robó el puesto de primer ministro injustamente.
La rivalidad con Hamán es para Mordejay solamente personal y política y no un enfrentamiento judío antisemita como para Hamán.
Hamán es descendiente de Agag, rey de Amalek, que simboliza el más cruento y despiadado enemigo de los judíos, judeófobo y antisemita racial por excelencia, consúltese al respecto los escritos en Deuteronomio 25, versículos 18 y 19 del primer libro de Samuel 15, versículos 1 al 4 y Ester 3, 8 en el cual aparece el prototipo del primer discurso antisemita de la historia.
Se trata entonces de un enfrentamiento entre los judíos y los amalecitas que se enfrentaron ya en los siglos 13 y 11 AEC aquí en Ester en el siglo 5 AEC y tal vez nuevamente a mediados del siglo 20 cuando Hitler intento aniquilar a todo el pueblo judío y logró masacrar a un tercio del mismo. No hay concesiones ni negociación con Amalek, la lucha es de sobrevivencia sin escapatoria, son ellos o nosotros. Es el único pueblo que la Torá ordena borrarlo de la faz de la tierra sin dejarle rastro.
Aniquilar nazis que por ende quieren exterminarte por ser quien eres o sea por tu condición judía es en nuestra Torá una mitzvah. Piensen cuantos millones de inocentes vidas humanas se hubiesen salvado si hubiesen matado a Hitler a tiempo, si Videla no hubiese nacido o la madre de Musolini o Pinochet hubiesen abortado.
Mordejay es asimilado, su identidad judía es débil y su compromiso inexistente hasta que salió el edicto de Hamán que había que exterminar a todos los judíos del imperio por su culpa. Ahí supo Mordejay que toda su vida había sido una farsa que su deseo trepador en la política persa era un disfraz. Él no era persa ni lo sería nunca por más que lo quisiese y lo intentase, él siempre iba a ser voluntaria o involuntariamente un judío y si él no era consciente de eso siempre aparecería algún Hamán judeofóbico para recordárselo.
No hay D’os en la meguila por que Mordejay alejado de sus tradiciones no tiene D’os y se las deberá arreglar solito junto con Ester, no solo para salvarse ellos mismos sino para salvar a todo el pueblo judío. Ironía del destino jugarreta del D’os ausente, justo el judío menos judío deberá tomar la máxima responsabilidad por todo el pueblo judío.
Mordejay es como nosotros, los judíos modernos – asimilados y aculturalizados en nuestras gentiles sociedades circundantes – alejados de nuestra ancestral cultura nacional y religiosa y el día menos pensado viene algún antisemita y nos recuerda quienes somos realmente y caemos en cuenta que todo fue una farsa, un disfraz. Por más que no lo queramos siempre seremos el judío.
Por eso nos es fácil enamorarnos de una figura bíblica así, tan de carne y hueso, tan moderna que tanto nos recuerda a nosotros mismos en nuestras debilidades judías.
Mordejay no es ni Moshe que habla con D’os cara a cara ni David que derrotó a Goliath ni siquiera Jesús que caminaba sobre la aguas del Kineret y hacia milagros.
Todos ellos son imposibles de emular, inalcanzables, pero Mordejay es cualquiera de nosotros. O podría serlo.
Mordejay y Ester logran finalmente abortar los planes de Hamán y los judíos se salvan e incluso propinan a sus acérrimos enemigos nazis una derrota inigualable.
Pero solo se trata de un respiro, de un alivio.
Es sólo una salvación momentánea porque enseguida aparecerá otro Hamán. No se trata de la Redención Divina ni de los postreros de los Días Mesiánicos para Mordejay, ni siquiera hay una solución sionista territorial. No existe en la Meguila la opción sionista de hacer aliah o sea emigrar a Judea.
Resumiendo: en un envoltorio de júbilo y jolgorio se nos cuenta un terrible y difícil relato sobre una judeidad diaspórica asimilada que se enfrenta a una shoah, a un potencial holocausto y se salva del mismo casi de casualidad enfatizando hasta donde el destino judío depende de los caprichos de tal o cual gobernante, depende de un hilo por su fragilidad hasta donde una momentánea salvación física no asegura la futura continuidad física y espiritual de la nación judía en este ponzoñoso planeta.
Hasta donde ese destino depende de nosotros mismos los judíos de carne y hueso.
Mordejay y Ester, dos judíos asimilados y desarraigados, fueron responsables de salvar a todo el pueblo judío del exterminio preguntándose la dolorosa pregunta filosófica cuasi teológica ¿Quién sabe? ¿Quién sabe? tal vez ¿Alguien Nos puso aquí para hacerlo?
Son preguntas seculares sin respuestas. Hay solidaridad judía mundial en la Meguila pero no sionismo, hay salvación física pero no Redención final. Hay milagros pero no hay D’os. Como si este libro se hubiese escrito hoy.
¿Qué es Purim entonces? ¿Una shoah que no ocurrió? ¿Festejamos con alegría desbordante y embriagadora la salvación o la masacre de nuestros enemigos antisemitas?
El Pur o las suertes fueron echadas para el 13 de Adar, día en el cual los judíos acribillaron a sus enemigos pero Purim se festeja el 14 y el 15 y no el 13 que justamente es día de ayuno. El 14 los guerreros judíos descansaron luego de la batalla y el 13 que es el ayuno de Ester está prohibido festejar porque de todas maneras se nos enseña que no te alegrarás al caer tu enemigo frente a ti.
No es el triunfo lo que se festeja sino el alivio que otorga la salvación y el descanso luego de la ardua batalla. Es una alegría sana y porque sí que actúa como un sicológico mecanismo de defensa que nos ayuda al menos por un día a olvidarnos de Hamán y la maldad, a la espada de Damocles que se cierne todo el tiempo sobre nuestras cabezas, sobre el destino judío ineludible que lucha permanentemente por sobrevivir en este mundo ya que la primer cosa que suele perder aquel que vive en un constante y justificado complejo de persecución de exterminio, en una guerra eterna por vivir, aquel que sabe que siempre hay alguien con ganas de exterminarlo por su identidad y su imborrable condición es la capacidad de alegrarse porque sí. Si todas las fechas judías son fechas que enfatizan la memoria y el recuerdo, Purim es la fiesta de la amnesia colectiva momentánea en el alma y en la siquis judías.
En Purim nos emborrachamos y nos olvidamos, aunque sea por un día, el potencial peligro de exterminio y odio racial que busca matarnos porque es un recuerdo enfermizo. Un recuerdo así podría llegar a contagiarnos con el odio y el racismo de nuestros enemigos.
Por eso cuando se lo nombra a Hamán, en la lectura de la Meguila en la Sinagoga, se hace alboroto con matracas para borrar su nombre maldito.
Si todos los días debemos recordar lo que nos hizo Amalek en Purim se nos ordena olvidarlo por un día para no perder la capacidad de alegrarnos porque sí.
Es menester recordar el Holocausto pero es enfermizo vivir con ese recuerdo todo el tiempo.
Maimónides escribió en su libro Mishneh Torah Zmanim Meguila cap 12, halajah 18 que en los tiempos mesiánicos todos los libros proféticos y hagiógrafos del Tanaj serán anulados menos Meguilat Ester.
¿Tendrá razón Maimónides en su aseveración tan desalentadora y pesimista diciendo que incluso en la era mesiánica el antisemitismo no desaparecerá?
¿Tendremos las suficientes fuerzas físicas, espirituales y psicológicas para enfrentarnos nuevamente con un peligro de exterminio proveniente de la misma Persia que hoy se llama Irán?
¿Volveremos a ser nosotros aquellos que fuimos y que tal vez dejamos de ser y debemos ser siempre y sabremos como Mordejay a tiempo que cuando intentamos ser europeos o americanos era solo una farsa y un disfraz porque nosotros somos y debemos ser judíos ,pero nuestra identidad es débil como la de Mordejay?
Ojalá que podamos, que seamos fuertes, física y culturalmente, que volvamos a ser nosotros ya que sólo así podremos enfrentar los desafíos que se aproximan
Esto es Purim: el paradójico paradigma eterno de la identidad judía, particularista y universal al mismo tiempo, en un mundo globalizado y postmodernista.
El resto como dijeron nuestros sabios ve y estúdialo por tu cuenta