La identificación de Cristo con el cordero tiene su origen en varios versículos bíblicos, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. En el texto de Isaías, se introduce la comparación del Mesías con el cordero: “Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca” (Isaías. 53:7).
En el Nuevo Testamento es esencial la exclamación de Juan el Bautista al ver a Cristo durante el episodio del bautismo en el Jordán: “El siguiente día Juan vio que Jesús venía hacia él, y dijo: «Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” (Juan 1:29).
Sin duda, el texto más relevante para la representación de Cristo como cordero es el Apocalipsis: “Miré, y vi entre el trono (con los cuatro seres vivientes) y los ancianos, a un Cordero, de pie, como inmolado, que tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios enviados por toda la tierra”. (Apocalipsis 5:6)